post 110: leer, voyeur

(Photo by Joseph Auguste Belloc)  
Vía: novela voyeur

CAPÍTULO QUINTO DE NOVELA VOYEUR: accede al texto completo tocando aquí


A los diez minutos o menos nadie porta indumentaria. Y miren que yo soy de los que creo que la ropa es un arma de alto calibre que, más que esconder, sirve para realzar, por ejemplo, los culos de los cuales no soy obseso.
 
Para qué quejarnos de las ausencias. Ambar se disculpa por tener la menstruación y menciona su necesidad impostergable de tener sexo. Antón se hace cargo bajo la mesa de la sala de conferencias. Así, si se llega a ensuciar algo, será la alfombra color vino tinto que fue escogida por su discrecionalidad ante las manchas.
 
Quedan Ximena (a quien descarto por repetitiva); Patricia (demasiado urgida para mi gusto, excesiva, además, en sus gemidos forzados); Géminis (con quien zodiacalmente soy incompatible o eso dice mi carta astral) y Zoe, última letra del alfabeto y objeto adusto de mi erección.
 
Enzo se me adelanta y acomete, sobre la mesa, su vulva púrpura abierta en flor. Zoe culea entusiasta sin que el coleado tenga que moverse. Es una visión reveladora, sobretodo a través de mi vaso vacío de ginebra. Voy a por más.
 
Ximena, fumando, se encuentra conmigo en la barra. Renuevo su cuba libre light. Espectadores de primera línea,  jugamos a calificar los performances en una escala del uno al cinco. Por lo pronto, Enzo: 1; Zoe: 1,3.
 
Patricia se atornilla a Nacho en mi silla presidencial. Su rostro desaparece entre los senos de ella. Cuatro piernas en pugna, dos taloneando sobre el tapete, movilizan el asiento rotativo en movimientos de traslación al óvalo de la mesa. Paredes siderales escenifican meteoritos que los rebotan. Soyuz 13 de propulsión pedestre con sexonautas  de gravedad imantada. Un rotundo 2 para ambos.
 
Rubén reaparece desde abajo de la mesa –¡lo sabíamos!– con un lipstick de sangre. Ximena descalifica a esta pareja en el acto.
 
Vicente y Géminis se coronan ganadores con 3 puntos cada uno. Ella lo cabalga dándole la espalda. Gira ciento ochenta grados sin abandonar su presa viril, desplazándose sobre la punta de sus pies. Su flexibilidad desploma mis prejuicios. Los horóscopos raramente aciertan y posiblemente la desafinidad de caracteres redundan en la química sexual.
 
La abstención sostenida pasó su factura de lujuria urgida. Hilarantes, vestidos y desinflados, Ximena me ayuda a restituir el orden de la oficina. Pretendo que el lunes mis estirados clientes no perciban el rastro del sexo. Si lo hacen, pues mejor. La genitalidad huele a dinero, poder, éxito. Prehistoria y tecnología se dan la mano. Los ambientes laborales siguen siendo excelentes predios de caza.”