

Y es que a veces resulta mejor espectáculo el que nos ofrenda el propio público recién vestido que ignora olímpicamente lo que va a "consumir" durante esa velada.
Esta versión de Bleito extrema el "expresionismo" primigenio concebido por Berg y ubica la acción en un sopor y hedor postindustrial absolutamente descarnado que incomoda y desaloja a los pijos madrileños de la sala.
Bravo por Berg y por Bleito en esta novísima versión de Woyzeck, Wozzeck.
Whatever, pues.
2 comentarios:
Yo adoro a los gilipollas que abandonan la sala a mitad de función, pues no se enteran de lo que van a ver. Son los espectadores "digestivos" que pretenden rumiar su cena en plan culturoso. Aquí en Caracas recuerdo especialmente, en el Unicentro El Marqués, los gestos de asco y horror, antes de emprender la huida, del público vacuno durante la proyección de "Irreversible", ese film duro de Gaspar Noé, protagonizado por Mónica Belluci. En fin, qué viva el escándalo (masscult que diría Dwight Macdonald) y los que se escandalizan.
Uyyy! El calvito batablanca de la foto se parece demasiado al carnicero de la esquina.
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